“Cavando para
montar un cerco que separara mi terreno del de mis vecinos, encontré, enterrado
en el jardín, un viejo cofre lleno de monedas de oro.
A mí no me interesó
por la riqueza, sino por lo extraño del hallazgo.
Nunca he sido
ambicioso, y no me importan demasiado los bienes materiales…
Después de
desenterrar el cofre, saqué las monedas y las lustre. ¡Estaban tan sucias y herrumbrosas las pobres!
Mientras las
apilaba en mi mesa ordenadamente, las fui contando…
Constituían
una verdadera fortuna.
Sólo por pasar
el tiempo, empecé a imaginar todas las cosas que se podían comprar con ellas…
Pensaba en lo
contento que se pondría un codicioso que topara con semejante tesoro.
Por suerte…
Por suerte no
era mi caso…
Hoy ha venido
un señor a reclamar las monedas.
Era mi vecino.
Pretendía
sostener, el muy miserable, que las monedas las había enterrado su abuelo y
que, por lo tanto, le pertenecían.
Me fastidio tanto…
… ¡que lo
maté!
Si no lo
hubiera visto tan desesperado por tenerlas se las habría dado, porque si hay
algo que a mí no me importa, son las cosas que se compran con dinero…
Pero, eso sí,
no soporto a las personas codiciosas…”
Jorge
Bucay “La codicia”
¿Cuántas veces
nos mentimos a nosotros mismos? A veces nos llegamos a creer nuestras propias
mentiras, demasiadas veces somos hipócritas y no nos damos cuenta que realmente
no nos lleva a ningún lado.
Párate a pensar en
las mentiras que te sueles decir y piensa qué funciones tiene, todo tiene un por
qué.
Quizá es lo que
te gustaría ser o es que te da miedo el rechazo social. Cada uno tiene sus
propias razones y sus propias mentiras.
¿Es beneficioso
para ti intentar camuflar algo de tu personalidad? Queremos que recapacitéis
sobre este tema ya que liberarnos de esta especie de esclavitud puede ser
fundamental para la conseguir la seguridad en ti mismo.
No gastes
energía en reprimirte sino en aceptarte cómo eres, todos tenemos fallos, no
pasa nada.

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