martes, 28 de agosto de 2018

Relaciones sociales

"No conozco el secreto del éxito. Pero el secreto del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo" (Bill Cosby)

El ser humano es sociable por naturaleza, pero no por ello quiere decir que nos sepamos desenvolver bien socialmente.

Las habilidades sociales nos sirven para establecer relaciones sociales satisfactorias, pero no solo dependen de nuestras herramientas o de cómo nos desenvolvemos, también de cómo gestionamos nuestros sentimientos y los de los demás.

Las relaciones sociales pueden ser un arma de doble filo, ya que por un lado pueden ser nuestra fuente de bienestar, nos ayuda a conseguir nuestros objetivos, nos sirve como efecto amortiguador cuando surge un problema en otra área y nos hace sentirnos bien al disfrutar de planes que deseamos con nuestros amigos o familiares fomentando nuestro autoconcepto (imagen que nos formamos de nosotros mismos) y autoestima (valoración de esa imagen que hemos creado).

Pero por el otro lado, pueden generarnos mucho malestar si no sabemos cómo podemos afrontar un determinado problema o conflicto, teniendo repercusiones en nuestro estado psicológico, ya que puede aparecer emociones cómo frustración, ira o tristeza, que mantenidas en el tiempo y sumadas a un déficit en las relaciones sociales pueden favorecer la aparición de ansiedad o depresión.

Muchas veces nos dejamos llevar por nuestras emociones y decimos cosas que nos vienen a la cabeza de las que luego nos arrepentimos. Estas situaciones, generalmente y aunque no todas, vienen determinadas por nuestras vivencias, experiencias sociales previas e interpretación que hagamos de la situación, es decir, que ante una misma situación social dos personas van actuar de maneras diferentes porque ambas personas no interpretan de la misma manera el lenguaje no verbal o el mensaje que se trasmite.

Esto afecta en la calidad de nuestras relaciones, porque algunos de nuestros pensamientos anticipatorios pueden determinan nuestra conducta, por ejemplo si yo estoy en una parada de autobús y una persona me sonríe puedo interpretar que le agrado a esa persona o puedo interpretar que estoy haciendo el ridículo porque esa persona se está riendo de mí.

Otro aspecto que influye en la manera de relacionarnos es expresar nuestra opinión. Muchas veces se generan conflictos entre dos personas que no están de acuerdo, favoreciendo que haya algún conflicto entre ambas. Por ello es importante gestionar cómo trasmitimos nuestra opinión y cómo hacerlo, debido a que nos tenemos que adaptar tanto a como trasmitir a la persona que tenemos delante, cómo a la situación de una manera correcta.

Pero ¿qué es de manera correcta?  Consiste en saber qué es lo que quieres en cada momento, en no exigir, en aceptar nuestras limitaciones, en luchar por conseguir nuestros objetivos, en mantener tus ideales y en aprender a manejar y comprender de manera adecuada sus sentimientos o emociones y las de los demás.

Por lo que no es cuestión solo de aprender a cómo y cuándo decir las cosas, también hay que aprender a gestionar nuestras emociones para no arrepentirnos de lo que hacemos o decimos cuando nos convertimos en pura emoción.

¿Cómo podemos gestionar las emociones?

En primer lugar tenemos que conocernos, conocer cuando empezamos a enfadarnos o a qué sentimientos se están despertando y discriminar cuando nuestras emociones se encuentran en los niveles más altos.
Podemos verlo como si fuéramos un semáforo, cuando estamos en verde, nos encontramos bien, tranquilos, cómo normalmente somos. En ámbar es cuando empezamos a encontrarnos irritables, molestos, notamos que nos estamos enfadando. Por último, el semáforo se pone en rojo porque estamos realmente enfadados, en este estado no es aconsejable tomar decisiones o realizar algún acto, ya que al estar influenciados por una emoción intensa, es más probable que  crucemos ciertos límites que si estamos en luz verde no haríamos, porque conocemos las repercusiones que pueden tener.

Diferenciar en que color nos encontramos es uno de los primeros pasos para poder utilizar herramientas con el objetivo de reducir el número de veces que llegamos al color rojo, y es que no actuamos igual si estamos tranquilos que si estamos enfadados.

Técnicas cómo relajación (respiración abdominal, relajación muscular, etc.), autoinstrucciones (frases cortas que nos orienten a nuestro objetivo), tiempo fuera (sobre todo cuando nos encontramos en el color rojo, tenemos que distanciarnos de la situación que nos está generando esa emoción) o reestructurar pensamientos (aprender a darnos cuenta de si lo que pensamos es lo que nos está causando un estado emocional determinado, de si algún pensamiento anticipatorio está impidiendo que sigamos avanzando o si tenemos algún prejuicio que nos está frenando y aprender a poner alternativas a esos pensamientos) son algunas de las que puedes utilizar para gestionar las emociones.

Las relaciones sociales se ven afectadas cuando aparecen los conflictos o discrepancias entre amigos o familiares, el aprender a gestionar las emociones no solo las propias, también las de los demás, es clave para una mejor calidad de nuestras relaciones al favorecer un ambiente más cómodo y agradable, y al fomentar el bienestar psicológico y social.


En resumen podemos decir que para desenvolvernos bien socialmente, no solo dependemos del contexto, también dependemos de la gestión que nosotros hagamos de nuestras emociones.

domingo, 22 de julio de 2018

Una taza de té






Hay un cuento japonés en el que un anciano sabio, conocido por la sabiduría de sus doctrinas, recibió la visita de un profesor universitario que había ido a verlo para preguntarle sobre su pensamiento. 

El profesor universitario tenía fama de ser creído y orgulloso, no prestando nunca atención a las sugerencias de los demás, creyéndose siempre en posesión de la verdad. 

El sabio quiso enseñarle algo y para ello comenzó por servirle una taza de té. Comenzó hechando el té poco a poco y primero la taza se llenó.El profesor de universidad miró desbordarse el té, tan estupefacto, que no lograba explicarse una distracción tan contraria a las normas de la buena urbanidad; pero, a un cierto punto, no pudo contenerse más y dijo al anciano sabio: “¡Está llena! ¡Ya no cabe más!” 

El sabio imperturbable y sin inmutarse, le dijo: — Tú también estás lleno de tu cultura, de tus opiniones y conjeturas eruditas y completas, igual que le ocurre a esta taza. ¿Cómo puedo hablarte de la sabiduría, que sólo es comprensible a los ánimos sencillos abiertos, si antes no vacías la taza? Y es que nuestra manera de ver el mundo es clave a la hora de afrontar nuestro camino o los problemas que puedan surgir, ya que un adecuado afrontamiento se corresponde con una mejor calidad de vida. 

El afrontamiento es un proceso psicológico que aparece cuando se producen situaciones que no son de nuestro agrado o cuando las consecuencias que se han dado, no son las que nosotros esperábamos. Se trata de poner en marcha las herramientas que tenemos para adaptarnos a las demandas que pueden surgir en nuestro día a día y se encuentran en constante cambio. 

Cuando hemos salido victoriosos de una situación solemos acostumbrarnos a generalizar dichas herramientas en futuras ocasiones, dando por hecho que nos van a beneficiar, pero al estar en continuo cambio, en ocasiones no funcionan o no obtenemos las consecuencias que habíamos planeado.

Por ello es importante seguir aprendiendo nuevos recursos, a gestionar nuestras emociones y a flexibilizar nuestro patrón de pensamiento."El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información." (Albert Einstein)




El sabio, aparentando no percatarse de que la taza estaba ya llena, siguió echando té y más té, hasta que la taza rebosó y el líquido comenzó a manchar el mantel, manteniendo su expresión serena y sonriente. 


El profesor comprendió la lección y desde aquel día se esforzó en escuchar las opiniones de los demás, sin despreciar ninguna de ellas. 

El conocimiento y aprendizaje puede darse de muchas formas y todas son complementarias. Es importante salir de nuestro punto de vista y conocer otros diferentes al nuestro para poder enriquecernos.

Ser más flexibles cognitivamente nos permite no entrar tan fácilmente en errores de pensamiento o rumiaciones que puedan afectar a nuestros estados emocionales.

Y para aprender, necesitamos poner en práctica nuevos esfuerzos y cometer errores, para poder forjar nuestras experiencias, que son al fin y al cabo, donde sabemos realmente si esos recursos nos funcionan.

Fuente del cuento: https://www.taringa.net/comunidades/japonteamo/2429315/Cuentos-Cortos-Japoneses.html
Fuente de la imagen: https://pixabay.com/