domingo, 17 de febrero de 2019

Deseo Sexual



Se trata de una de las fases de la respuesta sexual, incluida por Kaplan, al observar a pacientes que no se encontraban dentro de los trastornos de excitación u orgasmo.

A lo largo de la historia de la sexualidad, muchos autores han tenido dificultades para definirlo con claridad, debido a todos los elementos o factores que intervienen.
Podemos definirlo como una necesidad de satisfacción erótica, una fuerte motivación que nos impulsa al contacto con la otra persona en busca de un cúmulo de sensaciones físicas e inevitablemente emocionales (Zapiain). El mismo autor determina que es la esencia del sistema sexual y una de las motivaciones humanas más intensas.

Se categoriza como una experiencia que nos influye o se expresa de manera afectiva, cognitiva y biofisiológica. Es vivenciado como sensaciones especificas que mueven al individuo a buscar experiencias sexuales o mostrarse receptivo a ellas (Zapiain).
La importancia del deseo reside en que es un sentimiento subjetivo que puede ser activado por estímulos externos o internos, pudiendo desencadenar o no, un comportamiento sexual abierto (Rosen y Leiblum).

Sin embargo, el deseo sexual no es necesariamente la primera fase de la respuesta sexual, ya que cuando nos encontramos en las demás fases, el deseo persiste (Schnarch).

El resto de fases de la respuesta sexual se categoriza en;


  • Excitación; caracterizada en los hombres por la erección y en las mujeres por la lubricación.
  • Meseta; en donde se alcanza un alto grado de excitación que se mantiene durante un tiempo.
  • Orgasmo; donde el placer se incrementa, es el objetivo de la respuesta sexual.
  • Resolución; se trata del retorno al estado de no excitación.




Hay estudios que indican diferencias entre el deseo masculino y femenino. Basson concluyó que las mujeres con una sexualidad satisfactoria rara vez piensan en sexo, comienzan las relaciones sin tener deseo y se activan en situaciones de intimidad.

Sin embargo, en el hombre es más frecuente que su respuesta sexual comience con el deseo.
Como apunta Cabello, el deseo masculino se encuentra mas centrado en la búsqueda del orgasmo y el femenino tiene otros objetivos diferentes; el deseo de intimar con una persona, ser estimulada o tocada por una persona, deseo de tocar a alguien sin más y deseo de generar fantasía.
En los hombres el deseo puede ser sustituido por fantasías u otros estímulos sexuales y en la mujer tiene que darse un estimulo o un inductor que sea adecuado (Cabello).

Como he mencionado antes, para que esta fase se active, se tienen que dar estímulos internos o externos. Los externos hacen referencia a lo que percibimos a través de los sentidos (caricias, besos, susurros, etc.) y los internos a fantasías o sueños eróticos.
Dichas fantasías son fruto de experiencias que hemos tenido o que queremos llevar a cabo.

El deseo tiene un triple sistema de respuesta y para ello es necesario un buen funcionamiento neuroendocrino, así como la exposición a estímulos eróticos de suficiente intensidad y esta determinado por procesos sexuales intrapsíquicos e interpersonales (Rosen y Leiblum).

De hecho, Kaplan determina que el deseo tiene conexiones con partes del cerebro que permiten que el impulso sexual se halle integrado en la experiencia vital y el individuo resulte afectado por esa experiencia.
En la misma línea, Zapiain establece que el deseo se articula en función de la experiencia personal derivado de un contexto sociocultural que en conjunto con procesos psicológicos se configura a lo largo de la historia personal y dicha configuración del deseo es la experiencia emocional subjetiva.

El deseo sexual se puede considerar como una emoción y como tal, la función que desempeña es adaptativa, surgiendo en situaciones adecuadas de intimidad o seguridad e inhibiéndose en situaciones que interpretamos como amenazantes (Kaplan).
Cumple el papel de buscar la satisfacción mediante comportamientos sexuales específicos (Zapiain).

La configuración que cada persona va haciendo del deseo va a depender de las experiencias sexuales previas, tipo de apego, contexto socio-cultural, gestión emocional, variables psicológicas, estímulos internos o externos, enfermedades que se padezca, etc. Estos factores pueden favorecer o desfavorecer un adecuado deseo sexual, ya que la gestión que hagamos de todos ellos puede influir en las relaciones sexuales, puesto que si hay un buen deseo sexual, hay más probabilidad de tener relaciones sexuales.


Cabello, F. (2010), Manual de sexología y terapia sexual. Madrid: Síntesis
Gómez Zapiain, J (2009), Apego y sexualidad. Madrid: Alianza